martes, 19 de febrero de 2013

Nadie posee el derecho de arrebatarle la vida una persona.


Ahora parece que viviéramos en una dictadura, por cada ciudadano parece haber un policía, transitan patrullando por toda la ciudad, sin arrojar un resultado acertado, dicen haber obtenidos hallazgos pequeños, hallazgos que nos dejan con miedo, desconcertados, desprotegidos a la merced de delincuentes que no demuestran tener ningún respeto por la vida, la gran cantidad de muertos que llevamos en el comienzo del año, sin olvidar los de los últimos 5 meses del año pasado. Cada semana son uno, dos o hasta tres los muertos. Los ciudadanos nos levantamos todas las mañana con la sensación de que en cualquier momento nos anunciaran un muerto más, los sicarios son portadores de desaciertos, tristezas, y algunas veces en sus actos violentos dejan rastros de esperanzas que luego son enterradas con las palabras “hicimos todo lo posible”.
Hoy presencie como un madre reclamaba a gritos a la policía el por qué personas inescrupulosas atacaban por la espalda  a su hijo  cortando la vida en un solo instante en la entrada de su casa;  mientras que  entre chismes disfrazados de murmullos saltaban de las boca de la multitud que “lo único malo que ese muchacho hacia era fumar marihuana”,  semanas antes en un sendero ecológico pierden la vida dos jóvenes artistas, que sus únicas armas eran la música y el dibujo, que buscan cambiar desde la critica la absurda dominación que se ejerce en la ciudad por parte de bandas criminales, jóvenes que creían en un cambio para convivir en comunidad, pero la intolerancia  que reina en la población bugueña o en gran parte de ella, encontró como  motivo suficiente para quitarles la vida el tener libertades juzgadas moralmente por una sociedad corrupta y desalmada que omite hay problemas aún más grandes por corregir, e ignoran que la muerte no es una solución acertada.
Las  personas a las que por decisión de otros, les quitaron la vida se merecen estar aquí disfrutar de la vida, y aportar a un mundo tan violento sus talentos, su forma de ver la vida, sus sueños y metas, sin hacerle daño a nadie. ¿Cuánto vamos a soportar? cada semana en Buga se anuncian la muerte de tantos hijos, padres, novios, esposos, amigos, vecinos, que caen en un eterno sueño  del que no despertaran, sin haberlo pedido, sorprendidos por la espalda.
En qué momento se pierde el respeto por la vida de un ser humano, nadie posee el derecho de arrebatarle  la vida una persona,  ni por unos cuantos pesos, ni por una moral de mentira, para obtener respeto hay que saber respetar la vida de los demás, no importa si no concuerda con la tuya, aprendamos a respetar el espacio de cada ser humano y su manera de pensar podemos vivir en tranquilidad. No saben cuánto daño han hecho, han tomado decisiones apresuradas que han perjudicado a personas inocentes, personas que vinieron  a cambiar el mundo. 

domingo, 13 de enero de 2013

Aquella ciudad del milagroso...


Aquella ciudad del milagroso, tan católica y aparentemente correcta a la luz del día,  esa pequeña ciudad que los ajenos a ella piensa que todos sus habitantes caminan con rosario en la mano. En la actualidad la ciudad del Señor de los Milagros, ha dejado su tranquilidad de lado; para nadie es un secreto que en ella siempre han vivido traquetos, lavaperros, sicarios y mujeres que sus meta era casarse con ellos;  gracias a ellos Buga está siendo invadida por un gran problema social y cultural, las limpiezas sociales que están haciendo un grupo de personas, que por medio de panfletos dicen llamarse los Urabeños, pretenden apoderase de Buga por medio de matanzas y amenazas para atemorizar a la ciudadanos, para estos señores son objetivo de muerte las personas que no son de su agrado,  como lo son los jíbaros, los consumidores de drogas y alucinógenos, las personas que  piensan diferente, los rockeros, las prostitutas y todos los aquellos que tenían antes el poder sobre Buga los de la 19. Todos dirán pero muchas de esas personas nos son buena para la sociedad, pero en mi punto de vista, la manera como lo están solucionando no es la correcta para atacar estos problemas sociales que nos afectan desde mucho tiempo atrás, nadie es dueño de la vida de nadie, ni si quiera para corregirla.
Desde el mes de octubre del año pasado, se descaderaron una serie de asesinatos, sobre las personas que alguna vez se relacionaron con este grupo delincuencia los de la 19 que la sociedad Bugueña ya había resignado aceptar, muchas de  estas muertes mostraron la frialdad de estos nuevos bandidos que quieren apoderarse de Buga bajo sus reglas de sangre y fuego,  matando personas inocentes que se encontraban en lugar donde estaban sus objetivos, actuando de una manera irregular e irracional quitándole la vida a personas inocentes y luego aceptar que se habían equivocado de personaje, mandando comunicados a la familia, después de cometido el daño.
Más de tres meses de asesinatos, donde no se respetó ni niños ni mujeres embarazadas, pero algo que causo más impresión y miedo en los ciudadanos fue el supuesto hallazgo de unos cadáveres desmembrados en una bolsa en la parte de atrás del hospital San José el domingo 30 de diciembre 2012, sobre este hecho los medios de comunicación de la ciudad no dieron ninguna información. No preguntamos ahora ¿dónde está la policía? En el periódico de la ciudad se anuncia un  aumento de personal en la fuerza pública, pasaron más de 4 días para ver los operativos de la policía que se resumen en colocar grupos de 4 miembros de la policía por cada  dos crudas en las avenidas donde se han venido cometiendo los crímenes, esperemos eso arroje algún resultado positivo en la seguridad de los bugueños y vuelva la tranquila en la ciudad del milagroso.


La marcha de la indignación.
La semana pasada en Colombia se llevó acabo la jornada de la indignación, donde se hizo un llamado a todos y todas para que levantáramos nuestras voces en protesta a todo lo que nos indigna de nuestro gobierno falsamente democrático e independiente.
El viernes 12 de octubre se realizó una gran marcha nacional  por las principales calles del país.  En  la ciudad de Cali la marcha se dio inicio a las 10:00 a.m. desde la Universidad del valle sede Meléndez, donde todos nos aglutinamos entusiasmados esperando que  al comenzar a marchar, se unieran no solo estudiantes, profesores e indígenas,  si no todas esas personas que se quejan a diario en las filas del MIO, en las filas de los bancos, en las filas de los centros de salud, quienes se quejan de que su sueldo no alcanza, de la explotación minera, de la privatización de la educación publica, de la corrupción por del Estado Colombiano, de los tratados de libre comercio antinacionales, de los ataques a dirigentes sociales y del señalamiento a la movilización social; Se Logró cautivar a personas que nunca habían salido a marchar y que esta vez sintieron que era necesario ser escuchados, pero sin irnos muy lejos de la realidad del pueblo colombiano nos encontramos con rechazo y miedo por parte de las personas en la calle cuando pasamos por su lugar de trabajo nos miran como ahí van otra vez, no encontramos con miradas llenas de pesar, de confusión, de estrés, y de algunas que sabían que se tenían la razón.
No solo se escucharon voces que apoyaban la manifestación, como lo fueron las voces de los compañeros del Hospital Psiquiátrico Universitario del Valle, también se escucharon voces que criticaban y rechazaban la marcha, las risas de los policías que  acompañaban el trayecto, esperaban  con ansias que el final de la marcha llegará lo más temprano posible para poder ver el partido de Colombia, que es tal vez la única razón para que  la población sienta un compromiso con su país.
Al arribar a la universidad Santiago de Cali nos encontramos con la puntual e intimidante asistencia del ESMAD, quienes protegían la estación del mio con gran recelo,  pero su perfecta y amenazadora formación fue rebuznada por todos los asistentes de la marcha, quienes teníamos en claro que el motivo por el cual marchábamos era demostrar nuestra indignación con el gobierno colombiano y sus injusticias con el pueblo.

Conversaciones


Mayo 24 2012
11:45 p.m.

En medio de conversaciones que se dan entre amigos después de mucho tiempo sin verse,  hoy presencie una charla entre dos jóvenes que viven los últimos años de los amados veinte; todavía disfrutan de fiestas pero ya no es como antes, ya pasaron los años donde eran galanes y arrasaban con las muchachas, ya su condición física no da para beber y enfiestarse tres días de seguido, ni para ir escalar, montar bicicleta y conocer lugares donde solo había diversión de vagar y vagar de un lado para otro, todo eso ha quedado atrás.

Cada uno ha sentado cabeza pero no voluntariamente, la vida se ha encargado de hacerlo, para uno de ellos sus obligaciones ya no son solo consigo mismo si no también con su mujer y su hijo que hace poco acaba de nacer, y para el otro su novia es una razón mas que suficiente de buscar un futuro mejor; pero en medio de la charla se escuchan preocupaciones de por que hoy faltaron al día de ejercicio que habían programado hace ya 4 semanas atrás cuando comenzaron a hacer ejercicio. Se sientan a pensar sobre todo el esfuerzo que han perdido y lo duro que va hacer comenzar cuando vuelvan a tomar la rutina de ejercicio después de una de total abandono. Pero hay otra cosa que los tiene intranquilos y que necesitan comentar ya que es noticia para la pequeña ciudad, con voz de preocupación comentan que han matado al Indio, Óscar Enrique Tigreros Londoño, el duro como lo llaman, el manejaba la ciudad, se dice que era buena gente, pero también se comenta que mataba a sangre fría y brutalmente ere algo así como un ángel y un demonio.

Después de la noticia de la muerte del indio, se preocupacion es por saber ¿quienes son los nuevos en tomar el mando? ¿quienes fueron los que se atrevieron a matar a uno de los duros del Valle? se rumora que pueden ser unos antioqueños muy violentos, tanto como lo puede ser un paramilitar, pero solo son rumores.

La conversación se ve interrumpida por un escándalo en la calle, de un momento a otro fuera del parque se ve la gente correr para no perderse lo que sucede, al llegar al lugar, hay un hombre con aspecto de indigente golpeado en la cabeza de la cual cae sangre, segundos antes, un hombre grande blanco y mayor estrello la cabeza del señor contra el asfalto, y sin pensar aplasto su cabeza con sus botas militares de punta de platina, después desapareció entre la multitud.

Entre la gente se preguntaban que paso, y se respondían diciendo que lo habían golpeado por haberse metido a robar a una casa abandonada. Llega la policía a calmar la gente, llama una ambulancia que se demoro en llegar mas de 20 minutos, como no es de extraño el indigente recibe un trato medio respetuoso por parte de la policía, llega la ambulancia y el señor Raúl Martínez, como dijo que se llama el herido es transportado a una clínica de la ciudad. Y es así como termina mi día después de un largo viaje hacia la ciudad.